El entrenamiento de fuerza ha mostrado múltiples beneficios para la salud. La hipertensión arterial (HTA) es muy frecuente en la población, constituyendo un factor de riesgo de patología cardiocirculatoria. Millones de personas en todo el mundo toman fármacos para controlar la presión arterial, con los efectos secundarios asociados a la medicación.

Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Polito y col, 2021; Clin Exp Hypertens 31-mar; doi: 10.1080/10641963.2021.1901111) cuyo objetivo fue analizar los efectos del entrenamiento de fuerza sobre los valores de la presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD), así como los cambios en la fuerza muscular.

Selección de artículos. 36 estudios cumplieron criterios para su inclusión en este metanálisis. Once estudios incluyeron personas con medicación antihipertensiva, mientras que los 25 estudios restantes se realizaron con no usuarios de medicación antihipertensiva.

Los resultados mostraron que el entrenamiento de fuerza solo redujo la PAS (-0,56 [-0,77 a -0,35]; P <0,001) y la PAD (-0,46 [-0,68 a -0,24]; P <0,001) en las personas con medicación antihipertensiva, con cambios que van desde de -6,1 a -2,8 mmHg para PAS y de -4,6 a -1,6 mmHg para PAD. La fuerza muscular aumentó significativamente tanto en los usuarios (0,76 [0,49 a 1,02]; p <0,001) como en los no usuarios de medicación antihipertensiva (0,94 [0,71 a 1,16]; p <0,001). El entrenamiento de fuerza debe ser realizado por usuarios y no usuarios de medicación antihipertensiva durante 8 a 16 semanas (2 a 3 días a la semana) y de 8 a 12 repeticiones sin llegar al fallo. Sin embargo, los usuarios deben entrenar con menos carga (60-80 vs 70-85% 1RM) y series de ejercicios (1-3 vs 2-4) que los no usuarios de medicación antihipertensiva.

Los autores concluyeron que el entrenamiento de fuerza aumenta la fuerza muscular y reduce la PAS y PAD en reposo en individuos bajo terapia farmacológica de PA, mientras que en individuos que no usan fármacos antihipertensivos, el entrenamiento de resistencia solo aumenta la fuerza.

Como ya hemos comentado en numerosas ocasiones, los fármacos no pueden ser sustituidos por el ejercicio en multitud de dolencias que afectan al ser humano. Es cierto que muchas de esas patologías probablemente no se hubieran producido si la persona hubiera mantenido hábitos saludables, incluyendo claro está el ejercicio, pero en muchos casos, una vez instaurada o adquirida la patología, los fármacos nos ayudan a mejorar el pronostico de la enfermedad e incluso curarla. La hipertensión arterial es muy prevalente en nuestra sociedad, y cuando está en el límite de la normalidad puede ser controlada por el ejercicio pautado ahorrándonos los efectos secundarios de los fármacos; sin embargo, a partir de un desarrollo determinado de la hipertensión los fármacos se hacen imprescindibles, junto con el ejercicio, si no queremos poner en serio riesgo nuestra salud