Desde su descubrimiento en 1780, el lactato se ha malinterpretado durante mucho tiempo como un subproducto de desecho de la glucólisis anaeróbica con múltiples efectos nocivos. Debido al concepto de lanzadera de lactato introducido a principios de la década de 1980, comenzó a ocurrir un cambio de paradigma. La creciente evidencia indica que el lactato es un coordinador del metabolismo de todo el cuerpo.
Recientemente se ha publicado una revisión (Lee TY, 2021; Yeungnam Univ J Med 18-feb; doi: 10.12701/yujm.2020.00892; Artículo completo en: https://fisiologiaclinicadelejercicio.es/wp-content/uploads/2021/02/Lactate-a-multifunctional-signaling-molecule.pdf, que aborda las funciones fisiológicas del lactato en el organismo como regulador de múltiples procesos.
El lactato no solo es un combustible fácilmente accesible que se transporta por todo el cuerpo, sino también un tampón metabólico que une la glucólisis y la fosforilación oxidativa entre las células y los compartimentos intracelulares. El lactato también actúa como una molécula de señalización multifuncional a través de receptores expresados en diversas células y tejidos, lo que tiene como resultado diversas consecuencias biológicas que incluyen disminución de la lipólisis, regulación inmunitaria, efectos antiinflamatorios, cicatrización de heridas y mayor rendimiento en el ejercicio en asociación con el microbioma intestinal. Además, el lactato contribuye a la regulación génica epigenética al procesar residuos de lisina de histonas, lo que explica su papel clave en la modulación inmunitaria y el mantenimiento de la homeostasis.