El entrenamiento aeróbico (AT) ha sido el modo principal de entrenamiento físico en la rehabilitación cardíaca. Históricamente, el motivo de la prescripción de AT fue que se especuló que aunque el entrenamiento de fuerza (RT) puede ser beneficioso para algunos casos clínicos, puede tener un efecto adverso sobre la estructura y función ventricular. Sin embargo, el RT se ha introducido ahora en las guías actuales de rehabilitación cardíaca, incluidas las dirigidas a pacientes con IC, aunque existen diferencias entre instituciones y guías.

Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Fisher y col, 2021; Heart Fail Rev 20-sep; doi: 10.1007/s10741-021-10169-8) para evaluar resultados clínicos en pacientes con insuficiencia cardiaca al aplicar entrenamiento de fuerza.

Los resultados mostraron que el entrenamiento de fuerza versus los controles mejora los parámetros de la fuerza muscular de miembros inferiores y de las extremidades superiores, ambos parámetros clave de función a lo largo de la vida. Es importante destacar que el RT aislado, frente al control, mejoró el VO2pico y la distancia recorreda en el test de 6 min (6MWD), sin ningún efecto perjudicial sobre los parámetros del ventrículo izquierdo.

Los autores concluyeron que el entrenamiento de fuerza en pacientes con IC es seguro y mejora los parámetros de función física y calidad de vida.

El entrenamiento de fuerza ya forma parte de las modalidades de ejercicio más vinculadas a la salud. Su aplicación en clínica es muy extensa y prácticamente está recomendada en todas las patologías. En patología cardiovascular, y en insuficiencia cardiaca en particular, se muestra en muchas ocasiones como la única alternativa posible debido a la limitación aeróbica de los pacientes más graves.