Distintas modalidades de ejercicio han mostrado eficacia en la reducción de la presión arterial de reposo, pero los estudios en personas de edad avanzada son más limitados.

Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Igarashi y col, 2021; Arch Gerontol Geriatr 20-may; doi: 10.1016/j.archger.2021.104431) cuyo objetivo fue revisar la relación entre la forma de ejercicio y los cambios en la presión arterial en reposo (RBP) en adultos mayores.

Métodos: Los criterios de inclusión fueron estudios que involucraron una intervención con ejercicio regular limitado a sujetos ≥65 años. Se evaluó la relación entre la forma de ejercicio y los cambios en la RBP. Se analizaron diecinueve estudios (1081 sujetos)

Los resultados mostraron que la intensidad del ejercicio de fuerza se relacionó con el cambio en la presión arterial sistólica. Al excluir los estudios con alto riesgo general de sesgo, la duración del ejercicio aeróbico (semanas) se relacionó con el cambio en la presión arterial sistólica. Además, hubo un nivel bajo de evidencia en general para una disminución en la RBP como resultado del ejercicio aeróbico, pero hubo un nivel moderado de evidencia para una disminución en la RBP como resultado del ejercicio de fuerza.

Los autores concluyeron que el ejercicio disminuye la presión arterial de reposo en personas de edad avanzada, especialmente el ejercicio de fuerza.

El entrenamiento de fuerza es, bajo mi punto de vista, el entrenamiento de elección en personas de edad avanzada, entendiendo por edad avanzada >50 años. El objetivo principal del ejercicio a partir de esa edad es limitar la pérdida de masa y fuerza muscular. Por supuesto que se puede combinar con ejercicio aeróbico, pero el ejercicio de fuerza debe estar siempre presente