La población está envejeciendo en todo el mundo a un ritmo muy elevado, así, pasaremos de 900 millones ≥ 60 años en 2015 a 2000 millones en 2050. La mayor esperanza de vida se debe al avance en la salud pública, el desarrollo médico, social y económico. El envejecimiento está asociado con la disminución de la capacidad funcional y la preservación de la función que incluya el alargamiento de la vida útil es un desafío cada vez más importante para los países con una población que envejece rápidamente. El Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento saludable como el proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el bienestar.
Recientemente se ha publicado un editorial (Merchant y col, 2021; J Nutr Health Aging 25:405-409; doi: 10.1007/s12603-021-1590-x; Artículo completo: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2021/04/Merchant2021-EXERCISE-AGING-AND-FRAILTY-GUIDELINES-FOR-INCREASING-FUNCTION.pdf) que destaca la actual falta de reconocimiento de la industria médica, científica y farmacéutica del papel del ejercicio como agente terapéutico, tanto en el tratamiento como en la prevención no solo de la enfermedad sino también de la capacidad funcional.
El envejecimiento saludable y asegurar la salud deben ser una prioridad de salud pública para todos los países. La actividad física incluido el entrenamiento físico de intensidad baja y / o moderada son eficaces y seguros para mejorar la salud, incluso en los adultos mayores más viejos y frágiles. Los programas de ejercicio aplicados a las personas de edad avanzada han demostrado mejorar la cognición, la función física y estado de fragilidad, reduciendo el aislamiento social y mejorando la salud percibida. Los programas adaptados a la capacidad funcional de las personas son fundamentales para mantener la movilidad, la función musculoesquelética y la función óptima de otros sistemas corporales: neurológico, cardiovascular, respiratorio y endocrino. Sin embargo, una nueva era en la precisión de la prescripción del ejercicio también se debe considerar, para lograr una mayor proporción de respondedores a los beneficios del ejercicio. A pesar de la aplastante evidencia científica y clínica disponible el ejercicio no se ha integrado completamente en práctica habitual de la medicina primaria o geriátrica y todavía está prácticamente ausente de la formación básica de la mayoría de los médicos y otros profesionales de la salud.