La sarcopenia y la fragilidad son síndromes relacionados con la edad con efectos negativos en la calidad de vida de las personas mayores y en los costes de salud pública. Aunque se ha llevado a cabo una extensa investigación sobre los efectos del ejercicio físico existe una brecha de conocimiento en lo que respecta al efecto del entrenamiento de fuerza sobre la fuerza muscular, el rendimiento físico y la composición corporal al inicio (prevención) y al final (tratamiento) en estados de fragilidad y sarcopenia.
Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Talar y col, 2021; J Clin Med 10(8): 1630; doi: 10.3390/jcm10081630) cuyo objetivo fue analizar la evidencia de ensayos controlados aleatorios que examinaron los efectos de los programas de entrenamiento de fuerza de ≥8 semanas sobre la fuerza, la capacidad física y la composición corporal de adultos ≥65 años con diagnóstico de pre-sarcopenia, sarcopenia, prefragilidad o fragilidad.
Selección de estudios. Se incluyeron un total de 25 estudios (n = 2267 participantes).
Los resultados mostraron cambios significativos a favor del entrenamiento de fuerza para agarre manual (ES = 0.51, p = 0.001) y fuerza de las extremidades inferiores (ES = 0.93, p <0.001), agilidad (ES = 0.78, p = 0.003), velocidad de la marcha (ES = 0,75, p <0,001), estabilidad postural (ES = 0,68, p = 0,007), rendimiento funcional (ES = 0,76, p <0,001), masa grasa (ES = 0,41, p = 0,001) y masa muscular (ES = 0,29, p = 0,002). El entrenamiento de fuerza durante las primeras etapas tuvo efectos positivos en todas las variables (ES> 0.12), siendo particularmente efectivo en mejorar la velocidad de la marcha (ES = 0.63, p = 0.016) y la fuerza funcional (ES = 0.53, p = 0.011).
Los autores sugieren que el entrenamiento de fuerza debe considerarse como una estrategia preventiva altamente efectiva para retrasar y atenuar los efectos negativos de la sarcopenia y la fragilidad tanto en las etapas tempranas como tardías.
El entrenamiento de fuerza es sin duda la modalidad de entrenamiento de elección para prevenir estados de sarcopenia y con ello de fragilidad en edad avanzada. No es sencillo, fuera del ámbito de las burbujas generadas para desarrollar trabajos de investigación, la aplicación de programas de fuerza en poblaciones de edad avanzada. La falta de hábito, el desconocimiento de sus acciones, y sobre todo la dependencia de personal cualificado que supervise la puesta en marcha de estos programas, son barreras muy importantes que los servicios públicos de salud deberían subsanar para tratar de asegurar que un porcentaje importante de la población de edad avanzada puede, si quiere, verse beneficiada de un programa de fuerza seguro y eficaz